Estamos para ayudarlo en su prestación de cuidados y le aconsejamos cómo asegurarse de que está haciendo lo mejor que puede a la vez que equilibra su vida personal y sus necesidades.
Si usted es un cuidador o conoce a un ser querido que necesita ayuda, póngase en contacto para que podamos explorar sus opciones en un espacio simpático y de confianza.
Los cuidadores informales, también llamados cuidadores familiares, son personas que atienden a familiares o amigos, normalmente sin pago. Un cuidador ofrece atención, generalmente en el entorno doméstico, para un padre, madre, pareja o persona no relacionada, o para un enfermo o persona discapacitada. Estas tareas pueden incluir transporte, compras de comestibles, tareas domésticas, preparación de comidas. También proporciona asistencia para vestirse, salir de la cama, ayudar con la comida y la incontinencia.
Si se ajusta a la descripción de una familia o un cuidador “informal”, no está solo.
Según la Asociación Estadounidense de Personas Retiradas (American Association of Retired Persons, AARP) y la Alianza Nacional para el Cuidado de los Cuidadores (National Alliance for Care Ving, NAC), las estimaciones de más de 65,7 millones de estadounidenses sirven como cuidadores informales a un niño con necesidades especiales o un adulto que vive en la comunidad y necesita ayuda.
La mayoría de los cuidadores (86 %) tienen relación con el beneficiario del cuidado y alrededor de un tercio se ocupa de un padre. La edad media de un cuidador es de 49 años.
La mayoría de los cuidadores son mujeres (66 %), pero los hombres también lo hacen. También es un mito que la mayoría de las personas mayores son atendidas en hogares de ancianos en los EE. UU. La mayoría de la atención a largo plazo la brindan familiares y amigos en el hogar. Solo el 11% vive en un hogar de ancianos o en un centro de vida asistida. Lamentablemente, los expertos estiman que entre 1,3 y 1,4 millones de niños, de entre 8 y 18 años, cuida a un pariente adulto.
Cuidar de una persona enferma, envejecida o discapacitada puede ser una experiencia gratificante. Sin embargo, dependiendo del nivel de atención necesaria y de otras exigencias de tiempo y la energía del cuidador, también puede convertirse en una responsabilidad abrumadora.