Si ha experimentado una pérdida de intestino accidental, no está sola.
Hasta el 18 % de la población general sufre una pérdida involuntaria de deposiciones gaseosas, sólidas o líquidas. Sin embargo, es probable que el porcentaje sea mucho mayor. Esto se debe a que muchas personas se sienten demasiado avergonzadas para hablar sobre sus síntomas.
Las personas con pérdida de intestino accidental, también llamada incontinencia fecal, a menudo evitan eventos sociales o viajes largos en automóvil.
Podrían estar nerviosas por aceptar un nuevo trabajo o por entrar en una relación romántica. Debido a que son tan reacios a buscar ayuda, la incontinencia fecal se ha llamado “la aflicción silenciosa”.
Sin embargo, conocer sus factores de riesgo y buscar tratamiento puede mejorar significativamente su calidad de vida.
Las pérdidas de intestino accidentales son más frecuentes entre las mujeres, en parte debido al parto. Hasta el 11 % de las mujeres que dan a luz por vía vaginal pueden experimentar incontinencia fecal. Durante el parto, los músculos y el tejido anales podrían estirarse o desgarrarse. Puede haber daños en el esfínter anal, el grupo muscular que controla la liberación de las heces, y los nervios pudenda, que controlan los músculos anales. El riesgo es mayor si el parto requirió fórceps, vacío o episiotomía.
Otras causas:
Los síntomas más evidentes incluyen incapacidad para controlar el gas o la pérdida accidental de heces, ya sea sin previo aviso o con una necesidad abrumadora de mover los intestinos. Puede ocurrir cuando se ríe o tose. Puede notar manchas en la ropa interior, pero nunca sintió la necesidad de ir al baño. Algunas personas tienen los síntomas de manera intermitente. Otras las tienen todos los días.
Muchas personas experimentan pérdidas de intestino accidentales durante un brote de gripe o intoxicación alimentaria. Si esto afecta su estilo de vida y sus relaciones, es hora de llamar al proveedor de atención médica.
El proveedor de atención médica le hará preguntas sobre su salud y estilo de vida, y realizará un examen exhaustivo.
Las pruebas incluyen una manometría anorrectal, que comprueba la fuerza del esfínter anal. Los proveedores de atención médica del Centro de Uroginecología y Cirugía Pélvica de Christiana Care pueden realizar esta prueba en el consultorio.
Una ecografía anal proporciona una imagen del interior del recto. Es posible que también necesite una colonoscopia si tiene que someterse a una. También pueden ser útiles otras imágenes.
El tratamiento dependerá de la causa subyacente.
Para comenzar, el proveedor de atención médica le sugerirá una dieta y un programa de alimentación para reafirmar las heces. Comer regularmente puede ayudar a regular las deposiciones. Es posible que deba evitar los alimentos que desencadenan diarrea. También es posible que necesite medicamentos para la diarrea o el estreñimiento.
Los fisioterapeutas de Christiana Care especializados en la zona del piso pélvico pueden ayudarle a fortalecer los músculos del piso pélvico y el esfínter anal. El fisioterapeuta puede usar biorretroalimentación y terapia de estimulación.
También aprenderá a hacer ejercicios de Kegel para fortalecer los músculos alrededor de las aberturas del ano, la uretra y la vagina. (Lo ideal es que las mujeres practiquen estos ejercicios antes de dar a luz).
Los procedimientos incluyen: