Los niños que son víctimas de las intimidaciones pueden tener depresión, tener baja autoestima, evitar la escuela, sentirse físicamente enfermos e, incluso, pensar en autolesionarse.
Hay pocas cosas tan molestas como descubrir que su hijo es víctima de intimidación. Aparte de ver signos de daño físico como cortes o hematomas, puede ser difícil saber sobre la intimidación a menos que el niño se lo diga o usted se lo pregunte. Por eso es buena idea hablar del tema, aunque crea que todo está bien. Además, explique a sus hijos lo importante que es contárselo a un adulto si han sido intimidados. O que le digan a un adulto si han visto que intimidan a otros niños.
Lo primero que debe hacer es controlar sus propias emociones. Una de las razones por las que los niños no cuentan a los padres sobre la intimidación es porque temen la reacción de sus padres. Mantenga la calma, ofrézcale apoyo y dígale a su hijo que le va a ayudar.
Estos son consejos seguros para ayudar a su hijo:
La intimidación es un problema común para muchos niños, pero a medida que los niños empiezan a aprender que la intimidación nunca está bien y que los adultos necesitan saber sobre cualquier acto de intimidación, la situación debería mejorar. Obtenga información sobre las leyes contra la intimidación de su estado. Si ha intentado todas las formas habituales de prevenir la intimidación y sigue temiendo por la seguridad de su hijo, puede que tenga que ponerse en contacto con las autoridades legales.
Por último, recuerde que muchos niños se convierten en intimidadores porque aprenden sobre la intimidación en casa. Los niños expuestos a la ira, la vergüenza y la violencia son niños que corren el riesgo de convertirse en intimidadores. No quiere que su hijo sea intimidado y, ciertamente, no quiere que su hijo sea un intimidador. Haga que su entorno doméstico sea seguro y comprensivo.